miércoles, 16 de noviembre de 2016

La revolución Indígena mas grande América (Tupac Amaru II)

La cuerda de la que colgaron hasta la muerte al corregidor español Antonio de Arriaga la jalaban, entre otros, su propio esclavo negro. Era la mañana del 10 de noviembre de 1780 y apenas 6 días antes, José Gabriel Condorcanqui daba el grito de la trascendental revolución del Cusco, cambiando su nombre permanentemente por uno más acorde con la realeza inca: Túpac Amaru II.
Aquí por supuesto, nadie movió una ceja por el aniversario 235 años de la revolución indígena más grande de América, así que aprovecho para poner unas líneas, agarrando el pretexto del ahorcamiento del buen Antonio, que esa mañana, vestido con hábito franciscano como mortaja, le pasaron una soga por el cuello y lo alzaron hasta que sus pies ya no tocaron el suelo de la lomita de Tungasuca donde pusieron su patíbulo.
Nuestro amigo Ricardo Palma hace de cronista de la historia, y cuenta así en “El Corregidor de Tinta”, cómo fueron sus últimos instantes:
“(…) el altivo español, vestido de uniforme y acompañado de un sacerdote que lo exhortaba a morir cristianamente, oyó al pregonero estas palabras:
Ésta es la justicia que D. José Gabriel I, por la gracia de Dios, inca, rey del Perú, Santa Fe, Quito, Chile, Buenos Aires y continente de los mares del Sur, duque y señor de los Amazonas y del gran Paititi, manda hacer en la persona de Antonio de Arriaga por tirano, alevoso, enemigo de Dios y sus ministros, corruptor y falsario.
En seguida el verdugo, que era un negro esclavo del infeliz corregidor, le arrancó el uniforme en señal de degradación, le vistió una mortaja y le puso la soga al cuello. Mas al suspender el cuerpo, a pocas pulgadas de la tierra, reventó la cuerda; y Arriaga, aprovechando la natural sorpresa que en los indios produjo este incidente, echó a correr en dirección a la capilla, gritando:
-¡Salvo soy! ¡A iglesia me llamo! ¡La iglesia me vale!.
Iba ya el hidalgo a penetrar en sagrado, cuando se le interpuso el Inca Tupac-Amaru y lo tomó del cuello, diciéndole:
-¡No vale la iglesia a tan gran pícaro como vos! ¡No vale la iglesia a un excomulgado por la Iglesia!”.
Y colgaron a Arriaga de nuevo y sin más ceremonia. Aquí vale aclarar que “llamarse a sagrado” o a Iglesia, era una estrategia que se usaba para que la ley no te atrape, pues para la justicia española de la época, en cualquier templo regía la justicia de Dios, donde ellos nada tenían que hacer. Como cuando en las películas de vaqueros los malos cruzaban Arizona y llegaban a México para cruzar la frontera y le sacaban la lengua al sheriff.
Con la diferencia que don José Gabriel le hizo sacar la lengua a Arriaga, pero mientras la multitud ayudaba al esclavo Antonio Oblitas a levantar en peso al funcionario de la corona de Carlos III. El historiador Charles Walker publicó el año pasado a través del fondo editorial de Harvard “La rebelión de Túpac Amaru” de donde saco estos pedacitos de cómo la pasa Arriaga desde que, a punta de palos, lo encierran en el sótano de la casa de Túpac Amaru.
“Tupac Amaru obligó al aturdido Arriaga a escribir cartas a su tesorero en Tinta, pidiéndole dinero y armas con el singular pretexto de estar planeando una expedición contra piratas en la costa. Tupac Amaru mismo fue a Tinta y utilizó la llave de Arriaga para tomar setenta y cinco fusiles, algunas escopetas, pólvora, balas, los uniformes de una compañía de milicias, mulas, plata, 22,000 pesos del dinero de los tributos, varias libras de oro y otros bienes”.
Y así fue cómo don José Gabriel Condorcanqui Noguera, el marqués de Oropesa, el último del linaje de los Sapa Inca, terrateniente de Tinta, curaca de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, se fue a la guerra como Túpac Amaru II. No una guerra de independencia como la que libraron Simón Bolívar y José de San Martín. La suya era una guerra de restauración, de expulsión, si se quiere decir, de la presencia europea para resetear todo a la antigua usanza.
Para hacer la historia corta y porque además de esto sí estoy seguro que todavía se habla en los colegios, la revolución fracasó. No sin que antes los representantes de la monarquía española se metieran un susto de pesadilla. A punto estuvo de acabarse su estilo de vida de lujos con la plata manando a torrentes desde las minas de Potosí. Si quieren saber más del tema y les da flojera leer, péguenle una mirada a los dibujos de Huaman Poma de Ayala en su “Nueva Crónica y Buen Gobierno”. Aquí tienen la imagen, por ejemplo de cómo corregidores como Arriaga, ya cien años antes castigaban a los esclavos-trabajadores en las minas que tenían bajo su control.
El tema es que el alzamiento de Túpac Amaru II fue sofocado. Ahogado en sangre, en realidad. Con una brutalidad que jamás se había visto. Lo que le hicieron al mestizo que osó alzarse contra el poder imperial fue lo que los ingleses denominaban “hangued, drawn and quartered”, cuya traducción libre es “colgado, destripado y descuartizado”.
Tamaño despliegue de violencia se guardaba únicamente a los criminales culpables de alta traición a la corona, como pueden haber visto en “Corazón Valiente” con la ejecución de William Wallace. También fue la condena que le tocó a Guy Fawkes -aunque al pobre lo conocen más por la máscara de Anonymus que se ponen hoy para gritar halloween- cuando trató de volar el parlamento inglés.
Pero volviendo a Túpac Amaru y su final, la sentencia se dio el 18 de mayo del año siguiente -tampoco aquí nadie mueve un dedo por ese día- apenas seis meses después de iniciada la lucha. Manuel Espinavete López, testigo presencial del hecho aquel viernes en la plaza de armas del Cusco, refiere ante escribano público de Su Real Majestad Católica lo que sucedió.
“(…) se ejecutó lo mandado en la sentencia antecedente con José Gabriel Tupac-Amaru, sacándolo a la plaza principal y pública de esta dicha ciudad, arrastrándole hasta el lugar del suplicio un caballo, donde presenció la ejecución de las sentencias que se dieron aMicaela Bastidas, mujer de dicho Tupac-Amaru, a sus dos hijos Hipólito y Fernando Tupac-Amaru, a su cuñado Antonio Bastidas, a su tío Francisco Tupac-Amaru, y a los demás principales de su inicua y perversa tropa. Y, habiéndose concluido por los verdugos las sentencias con todos los reos, en este estado, uno de los citados verdugos le cortó la lengua al dicho José Gabriel Tupac-Amaru, y después le amarraron por cada uno de los brazos y piernas con unas cuerdas fuertes, de modo que estas se ataron a las cinchas de cuatro caballos, que estaban con sus jinetes, mirando las cuatro esquinas de la plaza mayor; y habiendo hecho la seña de que tirasen, dividieron en cuatro partes el cuerpo de dicho traidor, destinándose la cabeza al pueblo de Tinta, un brazo al de Tungasuca, otro a la capital de la provincia de Carabaya; una pierna al pueblo de Livitaca en la de Chumbivilcas, y otra al de Santa Rosa en la de Lampa; y el resto de su cuerpo al cerro de Pichu por donde quiso entrar a esta dicha ciudad; y en donde estaba prevenida una hoguera, en la que lo echaron juntamente con el de su mujer, hasta que convertidos en cenizas se esparcieron por el aire”.
La sentencia incluía que, junto a su esposa, vieran primero cómo asesinaban a toda su familia (también estaba con ellos el esclavo Antonio Oblitas). Su hijo Hipólito tenía 18 años cuando le arrancaron la lengua antes de colgarlo. Fernando tenía 10 años, lo azotaron y lo enviaron a pie hasta Panamá, para embarcarlo luego a una prisión africana.
“No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad fuese de fierro, no pudieron absolutamente dividirlo, después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire, en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, movido, de compasión, porque no padeciese más aquel infeliz, despachó de la Compañía una orden, mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y pies. Esto mismo se ejecutó con las mujeres, y a los demás se le sacaron las cabezas para dirigirlas a diversos pueblos”.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Sueña el viejo Antonio




Sueña Antonio con que la tierra que trabaja le pertenece,
sueña que su sudor es pagado con justicia y verdad,
sueña que hay escuela para curar la ignorancia y medicina para espantar la muerte,
sueña que su casa se ilumina y su mesa se llena,
sueña que su tierra es libre y que es razón de su gente gobernar y gobernarse,
sueña que está en paz consigo mismo y con el mundo.
Sueña que debe luchar para tener ese sueño,
sueña que debe haber muerte para que haya vida.
Sueña Antonio y despierta…
Ahora sabe qué hacer y ve a su mujer en cuclillas atizar el fogón, oye a su hijo llorar, mira el sol saludando al oriente, y afila su machete mientras sonríe.
Un viento se levanta y todo lo revuelve, él se levanta y camina a encontrarse con otros.
Algo le ha dicho que su deseo es deseo de muchos y va a buscarlos.
Sueña el virrey con que su tierra se agita por un viento terrible que todo lo levanta, sueña con que lo que robó le es quitado, sueña que su casa es destruída y que el reino que gobernó se derrumba. Sueña y no duerme.
El virrey va donde los señores feudales y éstos le dicen que sueñan lo mismo.
El virrey no descansa, va con sus médicos y entre todos deciden que es brujería india y entre todos deciden que sólo con sangre se liberará de ese hechizo y el virrey manda a matar y encarcelar y construye más cárceles y cuarteles y el sueño sigue desvelándolo.
En este país todos sueñan. Ya llega la hora de despertar…

El SUP

lunes, 31 de octubre de 2016

La noche de Samhain y el origen de Halloween



Los antiguos pueblos celtas, llegado el final de Octubre, solían celebrar una gran fiesta para conmemorar “el final de la cosecha”, bautizada con la palabra gaélica de Samhain. Significa, etimológicamente, ‘el final del verano’. 
Esta fiesta representaba el momento del año en el que los antiguos celtas almacenaban provisiones para el invierno y sacrificaban animales. 
Se acababa el tiempo de las cosechas, y a partir de entonces, los días iban a ser más cortos y las noches más largas. Los celtas creían que en esta noche de Samhain (hoy noche de Halloween), los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales. Encendían grandes hogueras para ahuyentar a los malos espíritus.
Era la fiesta nocturna de bienvenida al Año Nuevo.
 La costumbre era dejar comida y dulces fuera de sus casas y encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz y el descanso junto al dios Sol, en las Tierras del Verano.
La noche de Samhain en la actualidad se ha convertido en la noche de Halloween.
Ejemplo de ello es  la vieja tradición de dejar comida para los muertos, hoy representada en los niños que, disfrazados, van de casa en casa, pidiendo dulces, con la frase ‘trick or treat’ (trato o truco). 
Al parecer, los celtas iban recogiendo alimentos por las casas para las ofrendas a sus dioses. Rituales que, supuestamente, incluían algún que otro  sacrificio humano y para los que preparaban un gran nabo hueco con carbones encendidos dentro, representando al espíritu que creían que les otorgaba poder.
En esa mágica noche de rituales, la noche de Samhain, se abría la puerta al más alla y  los vivos y los muertos tenían la oportunidad de poder comunicarse.
Tras la romanización de los pueblos celtas – con alguna excepción como es el caso de Irlanda- y, a pesar de que  la religión de los druidas llegó a desaparecer; el primitivo ‘Samhain’ logreó sobrevivir conservando gran parte de su espíritu y algunos de sus ritos. 
Así pues, la tradición será recogida y se extenderá por los pueblos de la Europa medieval, en especial los de origen céltico, quienes tradicionalmente ahuecaban nabos y en su interior ponían carbón ardiente para iluminar el camino de regreso al mundo de los vivos a sus familiares difuntos más queridos dándoles así la bienvenida, a la vez que se protegían de los malos espíritus.
Con el auge de la nueva religión-el cristianismo- la fiesta pagana se cristianizó después como el dia ‘de Todos los Santos’ (la traducción en inglés es, “All Hallow´s Eve”, de ahí la expresión actual de ‘Hallowe’en’).


A pesar de ello, los irlandeses , entre otros pueblos de origen celta, siguieron celebrando la tradición festiva de la noche de Samhaim, el 31 de Octubre, desde el año 100 d.C.

LA NOCHE DE SAMHAIN SE CONVIERTE EN NOCHE DE HALLOWEEN


A mediados del siglo XVIII, los emigrantes irlandeses empiezan a llegar a Norteamérica. Con ellos llegan, su cultura, su folclore, sus tradiciones, y también su noche de Samhain. Eso sí con algunos cambios, estos europeos comenzaron a utilizar calabazas-mucho más grandes y fáciles de ahuecar- en lugar de los nabos.

En un primer momento, la fiesta sufre una fuerte represión por parte de las autoridades de Nueva Inglaterra, de arraigada tradición luterana.
Pero a finales del siglo XIX, los Estados Unidos reciben una nueva oleada de inmigrantes de origen céltico.
La fiesta irlandesa entonces, se mezcla con otras creencias indias y en la secuela colonial, el Halloween incluye entre sus tradiciones la conocida leyenda de Jack-o-lantern, como se conoce actualmente, “Jack O’Lantern”.
Esta leyenda tiene su origen en un irlandés taciturno y pendenciero llamado Jack, quien una noche, de 31 de Octubre, cuenta la tradición, que se tropezó con el mísmisimo diablo.

Desde entonces comenzó a extenderse la leyenda negra de Jack-o-lantern; el tenebroso candil de Jack.


Además de esta leyenda en la noche de Hallowen es tradición el contar historias de fantasmas  y la realización de travesuras, bromas o bailes tradicionales. La gente comienza a confeccionar disfraces o trajes para Halloween.

Podemos concluir esta historia apuntando que Halloween, se desvela como una noche bañada por una áura mágica, misteriosa y aterradora. Personajes terroríficos y hechizados-brujas, fantasmas, duendes, espíritus-,  salen de sus cuentos de leyenda para mezclarse entre los mortales que se preparan con disfraces, bromas, pelucas, pinturas, y películas de terror para recibirlos, aunque, sin perder el ambiente de fiesta y el buen humor.
La fiesta de halloween carece ya de sentido religioso, y como tantas otras, forma parte de nuestra sociedad y cultura consumista.
Una fiesta ancestral reconvertida para la sociedad actual del ocio. Nada tiene que ver ya con los rituales de los druidas ni con los pueblos celtas que dominaron la mayor parte del oeste y centro de Europa durante el primer milenio a.C.
Precisamente, es por ello, que no debemos olvidar su verdadero origen.
Para los que piensan que es una moda importada de los estadounidenses aclarar que que se equivocan, ya que precisamente son ellos los que han mantenido viva esta vieja tradición europea que, todavía en paises como Irlanda, se sigue celebrando cada año como la noche de Samhain y que poco a poco vuelve a sus orígenes con más fuerza.
Ejemplo de ello es  la vieja tradición de dejar comida para los muertos, hoy representada en los niños que, disfrazados, van de casa en casa, pidiendo dulces, con la frase ‘trick or treat’ (trato o truco). 
Como ya hemos explicado  los druidas celtas recogían alimentos por las casas para realizar ofrendas a la divinidad (se habla también de posibles sacrificios humanos) y llevaban consigo un gran nabo hueco con carbones encendidos dentro, representando al espíritu que les daba poder.
Hoy Halloween es una fiesta internacional de la que no debemos ignorar su origen. Todavía, durante la noche  irlandesa de Samhain, se prenden grandes hogueras en las que el vecindario arroja los trastos viejos acumulados en sus casas para recibir el año nuevo celta.

jueves, 27 de octubre de 2016

A la vida hay que exigirle mucho




A la vida hay que exigirle mucho. A la vida hay que exigirle bien. Porque no te preocupes que ella ya se ocupará de exigirte a ti cuando menos te lo esperes y por la razón más insospechada. Un día sales de casa y búm. Un día vuelves de un chequeo rutinario y zas. Un día coges el coche y pam. Es siempre más tarde de lo que te crees. Cualquier día te cambian las reglas de este juego al que llamamos vida, y lo hacen sin que nadie te pida permiso y sin avisar. Así que plantéatelo ahora o atente a las consecuencias. Porque puede que jamás exista un espérate, porque puede que para ti no haya previsto un después.
Por eso, yo exijo. Exijo sentir cosas todos los días. Buenas, malas y regulares. Todas y cada una de ellas. Me da igual. Miedo, asco, rabia, ira, sorpresa, alegría y tristeza. Porque un día sin emociones es un día perdido.Y porque ahí donde la emoción manda, es siempre donde ocurren las cosas, es donde yo exijo estar.
Yo exijo. Exijo no pasar ni un sólo día sin estar enamorado. No hablo de estar acomodado. Ni de dejarme simplemente llevar por la inercia. No. Exijo mariposas todos los días. Y exijo también a alguien a mi lado que las quiera mantener más allá de lo razonable, más allá de lo racional. Alguien que esté dispuesta a dejarse la vida en el intento. Y que quiera casarse cada día conmigo. Y que lo demuestre en cada tempestad. Exijo que  lo trabaje tanto o más que yo. Y si no, no me vale la pena ni el simple hecho ya no de estar en pareja, sino de respirar. Ah y una cosa más. Exijo que la prudencia se tome vacaciones eternas conmigo. Porque jamás me ha garantizado nada el hecho de ir poco a poco. Ni me ha hecho más feliz. Exijo que deponga sus armas hasta que me asegure que mientras yo sea prudente, nada de lo que me gusta se va a terminar.
Yo exijo. Exijo viajar hasta que el cuerpo aguante. Cada rincón del planeta esconde algo o alguien que tiene algo que enseñarme, cada kilómetro recorrido es otra lección de la que aprender. Soy consciente de que hay casi doscientos países en el mundo, y que yo habré visto siempre muy pocos, con mucha suerte llegaré a conocer la mitad. Y sobre todo, lo más importante, habré estado siempre en menos de los que visité. Un destino es una oportunidad para reencontrarse. Un hogar es donde vacías tus maletas. Y un origen es donde dejas que crezcan los recuerdos. Por eso, por mucho que te alejes, ellos se crecen más.
Yo no exijo un trabajo, exijo dejar de tener las sensación de trabajar. Porque es entonces cuando te estás dedicando a lo que realmente te gusta. Porque es entonces cuando realmente puedes llegar a ser bueno, o como mínimo, a poderlo disfrutar. Cuando el ocio deja de ser la negación del negocio. Cuando los lunes dejan de ser un suplicio, para convertirse en el único día de la semana al que quieres llegar. Lo antes posible, o sea, ya. No concibo ni un sólo día de mi existencia dedicado a algo que no merezca mi tiempo, mi vida, mi sacrificio, mi dedicación profesional.
Pero es que yo exijo también conversaciones. Conocer gente que me aporte algo interesante. Dejar de perder el tiempo con historias tóxicas y desgastadas. Exijo una vida sin capullos, sin mediocres, sin imbéciles, QUE YA TENGO BASTANTE CONMIGO ! Y ponerme a sumar. Siempre sumar. Cada vez me queda menos tiempo para desperdiciar. Así que me he vuelto muy exigente con el tiempo que le dedico a cualquier prójimo. No porque no lo merezcan, o porque yo me crea especial. No tiene nada que ver con eso. Sino con la sensación de unicidad, de que esto que puedo vivir hoy tiene fecha de caducidad. Cada minuto que te dedico, se lo estoy quitando a los demás. Así que me tiene que valer la pena. Algo me tiene que aportar. Dejarse de tonterías e ir al grano. No es una pose. Es una obsesión por aprovechar cada oportunidad.
Y ya puestos a exigir, yo exijo luz de luna. Como Chavela. Pero no sólo para mis noches tristes. Para las alegres, también. Y exijo que el sol vuelva a salir por donde quiera. Porque si sale siempre por el mismo sitio, te juro que pillo la pistola de Saza y me lío a tiros como él.
Yo le exijo todo esto a la vida.
Y lo más importante, como sé que no está en sus planes proporcionármelo, no pienso quedarme de brazos cruzados esperando a que me lo facilite.
Lo pienso ir a buscar.
Risto Mejide (título original “Je demande”)